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lunes, 31 de diciembre de 2012

Distanciamiento


Si bien en la mayor parte de las biografías se pretende recoger los momentos más interesantes o destacados del personaje de turno, en “El profesor” (“Detachment”, 2011) su director, Tony Kaye, parece haber elegido centrarse e incluso regodearse en lo más dramático de su protagonista, o casi. La historia de Henry Barthes es la de un hombre que conjuga su trabajo de docente suplente que da tumbos de un instituto a otro, con los traumáticos recuerdos de su pasado a modo de flashbacks y con sus concepciones sobre la vida... concepciones éstas y teorías llenas de un dolor punzante que narra a veces él solo mirando a cámara o a alguien que se sitúa fuera de campo.

La trama transcurre en una escuela marginal de Estados Unidos con alumnos, profesores y padres devastados anímicamente. Al inicio del curso un chico se encara con Henry, el rol de Adrien Brody, estrellando su cartera contra la pared. Su respuesta ante ese hecho lo definirá: “Ese bolso no tiene sentimientos. Está vacío. Yo tampoco tengo sentimientos que tú puedas dañar”. Barthes cree no poseer la receta para cambiar nada sobre el sistema educativo, pero en este nuevo centro verá una pequeña luz al ganarse la credibilidad y el respeto de su clase, con sus aciertos y desaciertos.

Además, mediante sus paseos nocturnos por la ciudad y con el rostro derrotado y angustiado de Brody, no resulta difícil hallar una formulación de la soledad tortuosa parecida en parte a la de otra gran película de este año, “Shame”, interpretada de un modo igualmente soberbio por Michael Fassbender.
Poco a poco, ese Henry del inicio, distante e indolente, dará paso a un nuevo hombre en cuyo futuro se vislumbra un hilo de esperanza y entrega, como los cuidados que procurará a una joven prostituta.



A pesar de su innegable calidad, pienso que “Detachment” es un film sólo apto para un día en el que se tenga la suficiente entereza como para resistir su dramatismo y para comprender su sutil mensaje positivo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Estrenos franceses, cosecha de 2012


Siempre he pensado que la cinematografía francesa era, en términos generales, una de las más destacadas del mundo, o casi. El único problema en España –multiplíquenlo por diez en una ciudad pequeña- reside en que la mayor parte de estos films no se estrena por vías comerciales, si acaso en cines pequeños o especializados en esta línea o directamente en filmotecas. Sin embargo me da la impresión de que este año ha resultado especialmente fructífero para el país vecino, puesto que la lista de películas galas que se ha podido ver en muchas salas se ha alargado bastante y está además compuesta por obras en donde lo comercial y el espíritu crítico quedan convenientemente equilibrados.
Empezamos 2012 con los récords que batió “The artist” en los Oscar al lograr cinco de esos galardones habitualmente tan predecibles. Más tarde y con “Amour” de Michael Haneke continuó el prestigio medido en premios.
En otro orden diría que con “Intocable” se alcanzó una gran conexión con el público, pero desde mi humilde punto de vista, su exceso de buen rollo y su necesidad de complacencia chirrían bastante. La energía y la comedia con reminiscencias teatrales llegaron con “El nombre” (“Le prénom”, Alexandre de la Patellière). Su planteamiento es bien sencillo: un pequeño grupo de familiares y amigos se reúnen para cenar. Uno de ellos revelará como una broma el nombre que le pondrá a su futuro hijo (Adolf) y a partir de ahí las peleas por cuestiones políticas y los trapos sucios personales sacudirán a sus personajes en una velada sin duda “inolvidable” y sin duda también emparentada con la de “Un dios salvaje” de Roman Polanski. La pátina de dulzura y cuento de hadas así como de reivindicación social la obtuvimos con “Las chicas de la sexta planta”, con la presencia española de Carmen Maura, Natalia Verbeke y Lola Dueñas.





“La delicadeza”, dirigida por el autor de la novela en la que se basa, David Foenkinos, despliega su elegancia con la trama de una mujer, Nathalie (Audrey Tautou), que despierta del duelo por la muerte de su pareja fijándose en uno de los subalternos de su empresa, Markus. La pega que representa Markus –atolondrado, raro, torpe, reservado y bondadoso- para el entorno de Nathalie es el hecho de parecer poca cosa. Afortunadamente esta cinta guarda fidelidad a su título y por ello resulta balsámica.



Pero como la realidad se impone, el director grecofrancés Constantin Costa-Gavras ha regresado para poner de relieve la dolorosa situación económica de la Europa actual con “El capital”. Con las maneras de un contador de historias y con el rigor de un profesor ha desarrollado un argumento centrado en el director de un banco (Gad Elmaleh) que representa la desvergüenza y la falta de ética predominante en la mayoría de los altos directivos de estas entidades.



Quizás todos estos films franceses hayan sido los más laureados o publicitados en España, pero aún quedan (me quedan) otros por citar y por ver como “El Skylab” de Julie Delpy o la aclamada “En la casa” de François Ozon.

(*)Fotografía: http://cine-espiritualcoriacaceres.blogspot.com.es