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domingo, 15 de septiembre de 2013

Los malos tiempos según John Ford


No hace falta que seamos expertos en cine fordiano para contemplar cómo ‘Las uvas de la ira’ (1940), basada en la novela de John Steinbeck, puede remitirnos al momento histórico y socioeconómico actual, aunque en su origen apuntase a la gran depresión estadounidense del siglo pasado.
A través del uso de espectaculares planos y elocuentes encuadres, Ford nos narra la experiencia de Tom Joad, un joven Henry Fonda que acaba de salir de la cárcel y se topa en su vuelta a casa con una tierra yerma y desolada que otrora ocupara la granja de sus padres. Lo mismo ocurre en el resto de la comarca: las malas cosechas y la avaricia de los bancos han arrasado con todo. La nueva tierra prometida de Tom y su familia se sitúa ahora en California, de igual manera que la nuestra podría hallarse, en ciertos casos, en otros países europeos. De este modo y por cercanía a sus porqués y formas de proceder, ‘Las uvas de la ira’ guarda una inevitable complicidad con los tiempos presentes.

Así los Joad buscan incesantemente a lo largo del metraje un empleo. Pero uno de verdad, uno con el que poder mantenerse, con el que llenar el estómago y la dignidad, uno mediante el que volver a confiar en los capataces, tal y como hoy en día se hace necesario reedificar la confianza en las instituciones o los poderes públicos.







Y en este film la sensatez la encarna especialmente la madre del  protagonista, ésa que mira, calla y analiza; la matriarca plena de sabiduría que mantiene unido al clan en su itinerante y desesperante rastreo, la que lanza al final un parlamento sólo digno de un personaje honesto y lúcido como el suyo: “Nunca más volveré a tener miedo. Lo tuve. Durante un tiempo pensé que estábamos vencidos. Parecía que no teníamos nada en el mundo más que enemigos. Como si ya nadie fuera amable. Me sentí mal y asustada. Como si estuviéramos perdidos y a nadie le importara (…). Los ricos llegan y mueren, y sus hijos no saben qué hacer y se extinguen. Pero nosotros seguiremos llegando. Somos la gente que vive. No pueden derrotarnos. Duraremos siempre porque somos el pueblo”.


Queda la certeza, eso sí, de que la gran depresión en EE.UU. tuvo un inicio y un fin. Y también queda la certeza de que John Ford, el autor de las míticas ‘El hombre tranquilo’ o ‘Centauros del desierto’, como todo gran cineasta, realizó películas universales y atemporales.

domingo, 1 de septiembre de 2013

'Bestias del sur salvaje'

Cerca del sur del planeta está la isla de La Bañera, un lugar feliz y libre de necesidades materiales donde se come lo que se pesca. Un sitio en el que resulta curiosa la idea de que un poco más allá, los demás compramos comida ‘envuelta en plástico’. Entre sus habitantes se encuentran Hushpuppy y su padre, que trata de imprimir una férrea fortaleza y autonomía en su hija.

Pocos intuirían por su gran capacidad de concebir un universo tan particular y original que ésta es la primera película de Benh Zeitlin, basada en su anterior cortometraje, ‘Glory at sea’. ‘Bestias del sur salvaje’ se rodó en Luisiana partiendo de una fábula mitológica de esa región.




Quvenzhané Wallis interpreta a la protagonista, una niña con un carácter tan asilvestrado como su pelo y que reflexiona y trepa ágilmente por los árboles. Además tiene prohibido llorar y devora cangrejos ‘¡a lo bruto¡’ por orden paterna.
La única condición para sobrevivir a La Bañera tras las inundaciones reside en saber hacer frente a las bestias –los uros-, de la misma manera que hay que enfrentar a las bestias interiores.

En realidad la actriz –de sólo cinco años de edad en el momento del rodaje- parece tan sensible y ‘achuchable’ como su personaje, tal vez por eso reconoce que su actividad favorita consiste en ‘recoger flores’.
La cinta fue presentada en el Festival de Sundance y a pesar de contar con actores noveles en su reparto principal, se ha convertido en una de las grandes sorpresas del año. Una de esas sorpresas que viene a sugerir que el agotamiento de las buenas historias en el cine no era tan extremo como creíamos.