
Puesto que la curiosidad y las inquietudes son buque insignia de las personas creativas, éstas últimas fluyen como lo hacen las nuevas ideas y posiciones que se van adoptando y asumiendo con el pasar de los años. Por ello no podemos pretender a un Pedro Almodóvar estancado en el humor a veces ácido y siempre castizo que nos regaló en los 80’ y parte de los 90’. Ya lo sabemos: ha madurado y en consecuencia su cine se ha vuelto más sutil y menos estridente. Si ya “Los abrazos rotos” resultó incomprendida y vapuleada por algunos por este motivo, con “La piel que habito” debemos esperar cualquier cosa.
Me llama la atención, en contraposición a otras cintas, que en este flamante film contemplemos unos títulos de crédito sobrios que parecen querer centrar nuestra atención sólo y en exclusiva en la propia película. Si hemos estado atentos a la prensa estos días ya conoceremos algo de su trama, en la que un cirujano plástico (Antonio Banderas) experimenta ilegal y atrozmente con Vera (Elena Anaya) tras la traumática muerte de su mujer. Pero esta relativamente novedosa y reforzada sobriedad almodovariana no significa asepsia: como siempre las pasiones bullen, pero encerradas en unas elipsis que el espectador debe sobreentender, lo que vuelve por ende a los personajes mucho más complejos. La cámara fluye menos en la narración, pero a cambio nos ofrece planos espectacularmente medidos y cuidados. Como ya he dicho, Almodóvar se va haciendo mayor y por ello más sabio y elegante, además de mostrar una perfecta comunión entre su imaginario y obsesiones –las sempiternas alusiones a sexualidades muy curiosas- y los recursos cinematográficos.
En definitiva, creo que con este filme hecho de pasión, deseo, venganza y contención en lo formal, amén de las fascinantes bandas sonoras de Alberto Iglesias, el manchego asciende de nuevo un escalón en su grandeza.
Ya veo que eres una fanática almodovariana, jajajaja.
ResponderEliminarHombre, fanática tampoco, que también tiene pelis malas, eh? "La mala educación", por ejemplo, no me gustó nada y eso que salía Gael García Bernal, jajaja!
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