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viernes, 3 de agosto de 2012

El pasado en un baúl


Si hay algo que define la filmografía de Luchino Visconti es su apuesta por la estética y las pasiones. En la mayor parte de sus films gana lo primero, pero por fortuna en “Sandra” (“Vague stelle dell’Orsa”), encontramos a un sorprendente Visconti que parece desbocado y a veces asilvestrado en su expresión de los sentimientos tortuosos y sensuales. Así lo intuimos en esta simbólica película en sus comienzos, con el viaje de un matrimonio hacia la ciudad de origen de la esposa. La cámara retrata con un carácter violento, vertiginoso y veloz las carreteras y los túneles que ambos transitan, anticipo probable de la historia que nos va a mostrar –el realizador usa profusamente el zoom, al igual que haría posteriormente en “La caída de los dioses”-. Ella está interpretada por Claudia Cardinale en un papel que sin duda le viene grande. Sin embargo, preguntado el director milanés por este último detalle, respondió que su elección por esta actriz no se debía a su categoría dramática sino a su belleza animal, condición totalmente necesaria para su personaje.

Sandra (Cardinale) es una hermosa mujer de la alta sociedad casada con un médico americano, Andrew Dawson (Michael Craig), que retorna a su localidad natal, Volterra, después de veinte años para asistir a un homenaje que se le va a realizar a su padre, fallecido en la segunda guerra mundial tiempo atrás. Pero Volterra significa mucho más: es el pasado de la protagonista; es la ciudad de provincias y de ruinas donde ejerció con mayor intensidad su esencia de “diva” trágica, sensual y atormentada; es el lugar común con su hermano Gianni (Jean Sorel) con el que mantuvo una relación incestuosa; es el enfermizo vínculo con su madre y su padrastro y además, es también esa parte de la vida de Sandra que su marido Andrew desea conocer.



No por casualidad hay mucho que esconder. Tampoco resulta extraño que al llegar a la enorme casa familiar Andrew diga sorprendido “Esta casa es como un museo”. Porque como en un museo todo parece inerte y detenido en el tiempo, como los secretos enquistados de un clan enfrentado entre sus propios miembros por inimaginables, destructivos y aparentes juegos.

Pero el retorno a Volterra implica sobre todo el inesperado reencuentro de Sandra con Gianni, quien le explica que ha tenido que vender diversas obras de arte y antigüedades de la herencia familiar para subsistir en su trabajo en Londres como escritor y periodista. Y al igual que Gianni va desmantelando algunos elementos valiosos de la casa, los enigmas de tiempos pasados se van desvelando a lo largo del metraje a los ojos de Andrew, ese amantísimo y paciente esposo. A pesar de todo, y como en toda tragedia de raigambre clásica que se precie, alguien tiene que pagar sus excesos para que las cosas recobren cierto orden.




Una vez más Luchino Visconti escribió el guión mano a mano con Suso Cecchi d’Amico. Asimismo, “Vague Stelle dell’Orsa” nos regala una fotografía misteriosa y fantasmal totalmente acorde con la trama, la del filme probablemente más olvidado de su autor.