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miércoles, 30 de enero de 2013

Grandes dramas sin importancia


Aunque a priori “El lado bueno de las cosas” (“Silver Linings Playbook”, David O. Russell) huele a la clásica película simplona y de final fácilmente gratificante, no me cabe duda después de visionarla de que es mucho más que eso.
Pat (Bradley Cooper) acaba de salir de una institución psiquiátrica tras ocho meses de internamiento por agredir al amante de su mujer, a quienes pilló in fraganti. Sin embargo, el rol de Cooper enseguida resulta entrañable aunque alocado, sí, por su empeño en recuperar a su pareja a pesar de todo, pero también se antoja adorable por la torpeza y el carácter incongruente del que hace gala y por su inocente actitud positiva típica de libro de autoayuda.

Tal vez este film bascula desde lo universal a lo particular en cuanto al concepto de crisis se trata, tomando como referencia en este caso una pérdida amorosa, ésa que el protagonista, en una especie de fase de negación, se resiste a aceptar…hasta que traba amistad con Tiffany (una espléndida Jennifer Lawrence).

Ambos personajes encarnan la inestabilidad, la marginalidad y el dolor pero envueltos en un halo de humor y dulzura y en un ambiente (la familia de Pat) en constante ebullición. Una efervescencia que provoca a ratos la risa y la agitación en el espectador, quedando reforzada esta última por los potentes movimientos de cámara.

“El lado bueno de las cosas” juega a la alternancia de la tensión dramática y cómica continuamente hasta llegar a un final predecible pero agradecido. Me hubiese gustado verla en versión original, sobre todo por la actuación de Jennifer Lawrence, pero otra vez será.

viernes, 18 de enero de 2013

Ocaña, el documental


Reconozco que antes de ver “Ocaña, retrato intermitente”(1978), poco sabía de la figura del artista José Pérez Ocaña (1947-1983). Lo especial de este documental de Ventura Pons reside en el hecho de que el director se ha centrado fundamentalmente en los recuerdos de la niñez y adolescencia del protagonista en su pueblo originario, Cantillana (Sevilla), y en su peculiar visión del mundo para la España de aquel entonces...en lugar de abordarlo de un modo más intelectual. No por casualidad su propia persona ya reviste gran interés: relegado en su localidad natal por su homosexualidad, se marchó a Barcelona con 21 años, convirtiéndose en una figura clave de Las Ramblas y dando salida a su creatividad provocadora a partir de los 70'.

En esta cinta Pérez Ocaña se narra a sí mismo ante la cámara con picardía e intencionada ingenuidad. Cuenta amoríos varios y desvela a su manera, con un habla cadenciosa y seductora, la esencia de su arte, que no es otra que la subversión de muchos elementos religiosos o relativos al folclore andaluz que él convierte en explosiones de alegría, fiesta y color en sus cuadros –llenos de influencias de las vanguardias del siglo XX- y en performances en las que se traviste de mujer. Y precisamente estas performances se alternan en el montaje del documental con sus historias.

Sentado en la cama de su personalísima casa y flanqueado por un espejo que a veces lo reencuadra, defiende un tipo de arte muy conectado a la gente – como exponer en la calle- y la propia condición de marginal en la sociedad.

Dijo Ventura Pons sobre esta película: “He realizado Ocaña, retrat intermitent a partir de un guión estructuralmente muy rígido, muy cerrado y que he querido llevar, tanto en la filmación como en el montaje de la película, hasta sus últimas consecuencias. Con esto quiero decir que me interesa el concepto de la película tanto como lo que se dice y lo que se ve en ella. Nada no hay que sea premeditado”(*).

En 2012, el Grupo S.O.S Patrimonio y la Universidad de Sevilla, decidieron rescatar y poner en valor el legado de Ocaña.



(*)http://www.venturapons.com/Castella/peli%20ocanya%20cast.html