Sabemos que la sociedad evoluciona a través del caos que la sacude cíclicamente y Luchino Visconti dio buena cuenta de ello mediante el sufriente y legendario ‘Ludwig: Luis ll de Baviera’ (1972), el profundo retrato de un hombre que desapareció junto a su época. Entrañable, creo, a pesar de todo.
No me resulta descabellado establecer conexiones entre este personaje y el director milanés, puesto que ambos son, por ejemplo, sensibles, exquisitos, homosexuales y aristócratas. Sin embargo, preguntada al respecto Suso Cecchi d’Amico, una de las guionistas del film, responde: “Luchino tenía un carácter muy fuerte; Ludwig es débil”.
El extenso rodaje de seis meses de duración hizo caer a su realizador en la enfermedad, pero con el papel protagonista concedió a Helmut Berger, su pareja, una oportunidad que éste aprovechó notablemente.
Enmarcada en la trilogía alemana de su autor junto a ‘La caída de los dioses’ y ‘Muerte en Venecia’, ‘Ludwig’ entraña un libre esbozo del Rey Luna que es recordado por su demencia y por anteponer su amor al arte frente al gobierno de Baviera. Estamos además ante una figura que se va tornando más esperpéntica a medida que envejece a causa de sus desvaríos.
La peli, con una ambientación de inevitable sello viscontiano, sólo queda un tanto deslucida por esa moda de la época de usar el zoom profusamente. Por lo demás, me parece una interesantísima forma de conocer a un hombre que ya forma parte de la Historia.
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