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lunes, 17 de febrero de 2014

'Nebraska': salud, dinero y amor


Vaya por delante que ‘ Nebraska’ (Alexander Payne, 2013) me ha parecido una de las películas más bellas que he visto últimamente, además de una de las más conmovedoras y dignas. Y es que cuando por la enfermedad en ciernes en forma de demencia se invierten los papeles en el amoroso y responsable vínculo paternofilial, surgen historias como ésta.

Woody Grant, el protagonista, acaba de recibir una carta-patraña que asegura a su destinatario ser el ganador de un premio millonario. Todo su entorno le advierte del timo, pero él se empeña en viajar de Montana a Nebraska para cobrarlo, viaje que finalmente emprenderá con su paciente hijo David.

Y he aquí la simiente de un relato que nos habla del amor entre padres e hijos en la edad adulta y que a su vez sirve para construir una fábula sobre los sucios intereses creados cuando hay dinero de por medio, aunque sin saberlo los demás éste resulte más falso que los billetes del Monopoly.

‘Nebraska’ conforma también una delicia por su fotografía íntima y lírica en blanco y negro en lo que respecta al modo de captar los paisajes. Brillan igualmente las hermosas composiciones de los planos.

Estamos ante un filme bastante artístico, templado en su tempo y capaz de retratar los matices más delicados de la vida con sus alegrías y sus penas. En definitiva, una maravilla que no hay que dejar de ver.

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