‘Se está muriendo gente que no se había muerto nunca’…Con perlas como ésta Paco León construye un mundo grotesco al que resulta fácil tomarle afecto. Por un lado por la fuerza arrolladora de su personaje principal, la actriz no profesional Carmina Barrios, y por otro, por la energía desbordante de su sentido del humor, ése que nos libra de cualquier tragedia al recordarnos que pertenecemos aún al mundo de los vivos.
Con ‘Carmina y amén’ León pone la guinda a la anterior ‘Carmina o revienta’, ambas protagonizadas por su propia madre, grande en todos los sentidos y con un toque inevitable de aires fellinianos. Ésta representa, cómo no, al prototipo de matriarca que sigue adelante a pesar de todo.
En la presente ocasión la trama gira alrededor de la muerte del marido de Carmina –ese hombre que tiene sólo ‘un poquitito de esquizofrenia’- y de la necesidad de ésta de mantener su cadáver oculto durante dos días para cobrar la paga.
Ante nosotros desfilan a lo largo del metraje toda una suerte de roles impagables que nacen de la exageración de lo doméstico y lo cotidiano. En cualquier caso, Paco León deja constancia de que es mucho más hábil detrás que delante de la cámara.
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