Igual que ‘Searching for Sugar Man’ (2012) cuenta la historia de un milagro, también es casi un milagro que se haya filmado en un momento histórico y globalizado como el actual, justo ahora que la política económica neoliberal está trasladándose a buena parte del mundo con sus ideas de ganadores y perdedores. De reflexionar sobre esta fiebre se encargó hace años, dicho sea de paso, el suizo Alain de Botton en ‘Status Anxiety’. Pero volvamos al documental que nos ocupa, que aborda la humildad y la sabiduría con la que puede asumirse el triunfo.
En los años 70 y durante el apartheid en Sudáfrica alguien llevó, procedente de EE.UU., un disco de un tal Rodríguez. Su música se erigió en símbolo de rebeldía, en himno, en mito y en record de ventas. Todo el mundo allí quería saber de esta superestrella: ¿quién era Rodríguez? ¿Tenía veracidad la leyenda de su suicidio? ¿Por qué nadie más lo conocía? ¿Dónde había acabado?
Mientras, al otro lado del mundo, en Detroit, hacía tiempo que las discográficas se habían frotado las manos a la espera del éxito del carismático (Sixto) Rodríguez. Un éxito que no vieron.
‘Searching for Sugar Man’ (Malik Bendjelloul) ganó el último Oscar al mejor documental y merecidamente, porque emociona y mucho…Sobre todo porque pocas veces surgen relatos de vida tan inspiradores. La cinta resulta visualmente muy creativa y poderosa y mantiene la expectación en la narración de la búsqueda del cantante hasta el final, cuando la realidad de su figura misteriosa y casi mesiánica termina por revelarse.
Nadie que lo haya visto va a olvidar lo que ocurrió con Sixto Rodríguez, como tampoco querremos olvidar su prodigiosa y confortable voz una vez que escuchemos ‘I wonder’.
Este documento musical nos muestra cómo el verdadero éxito reside en la pasión con la que se hace algo y en la satisfacción que de ahí se deriva, único motor y pasaporte para perseguir un sueño más allá de lo estrictamente económico. Toda una lección.
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