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viernes, 9 de julio de 2010
"El odio" cumple quince años
Para empezar , me gustaría destacar que si no fuese por este memorable film, hoy el gran público recordaría a Mathieu Kassovitz - director de "El odio"(1995)- como al pardillo ,aunque pretendidamente singular, novio de Amélie. Si nos ponemos en plan frívolo, esta peli bien podría resultar algo parecido a aquel prototipo de chiste rancio que empezaba con "Érase una vez un francés, un italiano y un español y...".Pero no , en este caso "La haine" nos propone una historia de hondo calado social protagonizada por un judío, un árabe y un joven de raza negra cuyo metraje recrea las veinticuatro horas posteriores a una oleada de disturbios que han culminado con un chico gravemente herido ,que se debate entre la vida y la muerte en un hospital ,tras una paliza recibida por la policía. Los caballeros andantes descafeinados y vencidos que vertebran la trama viven en los suburbios de París : Vinz, Saïd y Hubert. El primero ha logrado robar un revólver a la policía, con el que ha prometido vengar la muerte de su amigo si éste finalmente muere. El nihilismo, el no futuro, la vida en una cité marginal, la falta de inquietudes y la convivencia con unas familias todavía más hastiadas que ellos mismos les empujan, quizás sin ellos saberlo, a una existencia basada en el odio contra todo. Aunque los tres amigos son una piña, las relaciones con el resto se antojan difíciles, muy probablemente porque ninguno de ellos ha conseguido la integración suficiente como para entender que el mundo se fundamenta en un sinfín de normas de socialización y algo parecido al respeto , lo que sin duda alguna les impide, por ejemplo, ligar con un par de jóvenes en la inauguración de una exposición de arte contemporáneo - incomprensible a todas luces para ellos- y a la que no han sido invitados.
Es curioso el paralelismo e intencionado guiño de Kassovitz - galardonado por este film en Cannes como mejor director- a la película de Scorsese "Taxi Driver" : ambos - de Niro y Cassel- en una espiral de paranoia o aburrimiento se enzarzan consigo mismos frente a un espejo con un imaginario enemigo a quien pretenden disparar .
Los noventa y cinco minutos de película se devoran para conseguir sin embargo un final algo predecible , pero no por falta de recursos del guión, sino porque haciendo honor a la cruda realidad que en todo momento retrata "El odio", la sociedad es en la superficie -y en el fondo- tan políticamente correcta y asqueante, que no puede hacer concesiones a tres seres aparentemente indeseables que quizás hubiesen conseguido la "salvación" con un soplo de esperanza y una mano tendida para encarar el futuro con ojos nuevos.
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