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domingo, 19 de diciembre de 2010

La noche de los cuchillos largos



En 1969 Luchino Visconti inició lo que dentro de su filmografía se ha conocido como su etapa alemana. Está constituída por una trilogía que comienza con la presente “La caída de los dioses”, prosigue con “Muerte en Venecia”(1971) y finaliza ni más ni menos que con la biografía de casi cinco horas de duración del controvertido rey Luis ll de Baviera (“Ludwig”, 1972). Muchos críticos le achacan cierto declive en su poderío visual en algunas de sus últimas películas, otros en su momento lo acusaron de derrochador y caprichoso en sus grandes producciones…Sin embargo creo que rascando un poco en la superficie de estos reproches, podemos encontrar, a mi juicio, todo lo contrario.
Obviamente la paleta de colores de la fotografía cambia con respecto a filmes como “El Gatopardo”, lo que no implica menos calidad, tornándose ésta más fría y seca –a excepción de la escena de la matanza, más cálida quizás por transcurrir en parte en un burdel-. A veces contemplamos haces de luces cuya procedencia parece inexplicable, y que obedecen solamente a una finalidad estética, dando lugar también a sombras cuasi expresionistas.
En “La caída de los dioses” hallamos una mezcolanza de dos elementos fundamentales:

1.La recreación de lo que históricamente se ha conocido indistintamente como “La noche de los cuchillos largos”, “La noche de los cristales rotos” o la “Operación colibrí” (durante este hecho, el partido nacionalsocialista alemán llevó a cabo una purga, entre algunos, de la SA, para conseguir el poder absoluto en la Alemania nazi).
2.Una curiosa adaptación del "Macbeth" más alocado.

(Spoiler).
Ya lo decía uno de los guionistas, Nicola Badalucco, que el film se divide a modo de ópera verdiana en tres actos: la cena inicial en la que el cabeza de familia, el anciano tío Joachim, pretende delegar el poder de su empresa siderúrgica en otro pariente afín al nacionalsocialismo alemán; el nudo, donde se produce la antedicha purga y que representa la noche de los cuchillos largos – momento en el que podemos encontrar todo un rosario de soldados que tras una orgía y borrachera terminan maquillados y ataviados con ropa de mujer, y otros desnudos para ser salvajemente aniquilados posteriormente -; y finalmente, la dramática caída de los dioses, es decir, lo que por entonces quedaba de la familia Von Essenbeck.



Interesante resulta esta vez el papel de Helmut Berger, que se inicia prácticamente como un secundario que va ascendiendo progresivamente hasta erigirse como el rol principal, acongojando a esa madre que pretende arrebatarle lo que es suyo a través de su matrimonio con su interesada pareja -Dirk Bogarde-. De nuevo Berger no deja indiferente, sobre todo porque su Martin Von Essenbeck se muestra como el inolvidable heredero de una acería que toca todos los palos: canta en una aparentemente cándida representación familiar la mítica “Quiero un hombre de verdad” travestido de Marlene Dietrich, actúa como pedófilo con una niña judía y viola a su propia progenitora, encarnando sin duda alguna esa locura característica de la esencia del nazismo.(Fin de spoiler).



Presente seguiría estando en Visconti su conciencia política, ayudando en ocasiones de cara a los productores, a algunos de sus actores, tal y como relataba Umberto Orsini. Según él, el director italiano llegó a simular que rodaba escenas no pactadas en el contrato de éste para lograr que le pagasen más de lo estipulado –Orsini trabajaba habitualmente como intérprete de teatro y aquí realizaba un papel secundario-.

No cabe duda de que “La caída de los dioses” encierra todos los ingredientes para que a día de hoy fuese imposible de rodar, como la secuencia en que Berger, que en aquel momento contaba con 25 años, besaba muy suave y sutilmente a una niña de cinco. Tal vez esta etapa de la Historia del Cine fue, para algunas cosas, mucho más afortunada que la presente.

martes, 30 de noviembre de 2010

Breve y singular historia de los mitos del cine



Hacia los años setenta, algunos directores de cine se pronunciaron con respecto a un tema: los actores estaban dejando de cultivar sus experiencias vitales para esmerarse en su imagen. Esto me hace pensar en la gran brecha que se establece si prestamos atención a los intérpretes del Hollywood de los años 30’ y 40’, y a los actuales. Ciertamente estrellas como Greta Garbo o Marlene Dietrich resultaban siempre impecables y majestuosas, pero entre ellas y su público existía algo insalvable: la distancia del misterio. Sí, esa palabra que hoy ha perdido todo su sentido, porque queremos saber demasiado y los actores –indistintamente modelos- de hoy, ofrecen sus miserias a modo de carnaza al mejor postor. Precisamente la Garbo se distinguía por mostrarse como una mujer en exceso reservada, distante, fría, pero…¿era parte del juego de quien vive en lo más alto del Olimpo o realmente nos estaba enseñando su verdadera personalidad? Quizás ambas cosas, sobre todo si tenemos en cuenta que la primera vez que la escuchamos reír a carcajadas fue en “Ninotchka”, película que para más inri, se publicitó con el recordado eslogan de “La Garbo ríe”, todo un inusitado espectáculo hasta entonces. Tampoco deduzco que fuese una pose impostada su especial voz ronca, seca y quebradiza curtida a base de alcohol y tabaco –justamente esta singularidad le costaría la vida a Bogart-.



Definitivamente Greta Garbo no jugaba, sobre todo cuando decidió retirarse a los treinta y cinco años aprovechando el fracaso comercial de su último film. Nunca volvería a aparecer voluntariamente en una foto.
Así yo intuyo que estos guapos misteriosos y con una vida llena de experiencias aún más interesantes que ellos mismos a sus espaldas, constituían el cóctel perfecto para convertirse en estrellas por excelencia.



Igualmente de Marilyn Monroe parecía todo dicho: que era una rubia oxigenada y tonta, aunque mona y con chispa…”Pero tenía un coeficiente intelectual superior al de Einstein!” podría comentar algún defensor, aunque seguramente sin mucho éxito, ya que lo que primaba en la leyenda era su carácter depresivo, su sensación constante de soledad y su necesidad de afecto. Sin embargo, no hace mucho, Seix Barral en España, ha publicado el libro de Stanley Buchthal “Fragmentos”, que nos describe a la Marilyn que iba a clases nocturnas en la Universidad, a la Monroe con gustos literarios refinados, a la mujer con ansias intelectuales que escribía poemas.

Pero, y ellos? Avanzando en el tiempo llegamos a los 60’, donde Alain Delon se convirtió en el actor fetiche del cine europeo. También portaba su mochila de experiencias -en su infancia pasó hambre, empezó a trabajar en un mercado a los catorce años y combatió en la guerra de Indochina-. Tal vez por su imponente físico fue un experto en lo mismo que todos los anteriores, algo de lo que muchos intérpretes carecen hoy: saber mirar y transmitir y modular adecuadamente la voz (en su caso esto se mostraría con mayor obviedad en “El eclipse” de Michelangelo Antonioni, y en “Rocco y sus hermanos”).



Y claro, dentro de este repaso no me podría olvidar de los guapos descalabrados, o los feos-guapos, o más conocidos como feos atractivos.
Ahí destaca para mi gusto el inglés David Hemmings, el inolvidable fotógrafo de “Blow up”, también de Antonioni y posteriormente protagonista de "Camelot".
A punto estuvo de hacer el papel de Alex en “La naranja mecánica”.



Y ya llegamos a la actualidad, donde tampoco hay que irse a lo más sórdido y sensacionalista –léase Lindsay Lohan o Cher- para encontrar a actores/actrices recauchutados – Mickey Rourke…- y polivalentes. La prestigiosa Juliette Binoche, esa actriz que mira como si fuese guapa y que nos hace creer muy inteligentemente que lo es, lo mismo te hace una película que te anuncia un perfume o te cuenta sus intimidades en Paris Match. Entonces, ¿en qué quedamos, es actriz –lo quiero dar por supuesto- o modelo o personaje rosa?

Indudablemente, cada época tiene lo suyo, pero tal vez resultaría necesario recuperar la seriedad de antaño, el misterio y las vivencias personales para no tratar al cine como una industria, sino como un arte…

jueves, 18 de noviembre de 2010

Se escuchan pasos en el piso de arriba



En 1974, Luchino Visconti filmó su penúltima película, considerada claramente testamentaria por la mayor parte de su público. Por aquel entonces ya estaba bastante enfermo –moriría en 1976- y probablemente por este motivo se rodó sólo y exclusivamente en interiores, lo que facilitó su movimiento ante una salud visiblemente mermada.

“Gruppo di famiglia in un interno” –en España, “Confidencias”- cuenta la historia de un profesor universitario norteamericano y jubilado que parece disfrutar de su soledad escogida en un palacio romano. Ésta sólo se verá interrumpida cuando la Marquesa de Brumonti y su peculiar familia se empeñen hasta límites extremos en alquilar el piso superior del inmueble, a pesar de la inicial reticencia del personaje de Burt Lancaster –de nuevo veremos los recurrentes temas viscontianos: la aristocracia que se traiciona a sí misma o que rompe con sus normas rancias aunque manteniendo, eso sí, las apariencias de cara al exterior-.

Silvana Mangano interpreta a la insolente marquesa que comanda este grupo junto a su singular gigoló, Konrad –Helmut Berger nunca volvería a estar así de guapo ni bordaría una actuación de igual modo-, y junto a su hija Lietta y el novio de ésta, Stefano. Sin embargo, el profesor/Lancaster es el único personaje innominado de todo el film, aún ejerciendo de introductor a la trama, de hilo conductor entre los diferentes roles y de sabio observador. No resulta descabellado entender que el profesor es el propio Visconti: el hombre desencantado con las nuevas generaciones, el intelectual refinado y amante del arte, el individuo vencido que en parte sólo espera la muerte…pero también el romántico torpe que sin confesarlo, parece enamorarse de Konrad. Y ésa es otra: Helmut Berger hace el papel de Konrad, pero Konrad es a su vez Berger, el joven con ambiciones venidas a menos que no consigue acabar sus estudios de arte por verse inmerso en las revueltas del 68’, el ser arruinado por sus impulsos –el juego, el dinero fácil, los trajes caros y demás vicios menos confesables-; representa a su vez al hombre que deja entrever su atracción por el profesor –el hipotético amante, padre y mentor intelectual-.(No sé si hace falta aclarar que Visconti y Berger fueron pareja durante los doce últimos años de vida del primero). Quizás se entienda como una coincidencia o una forma de no mostrar este paralelismo tan obvio, el hecho de que el director milanés se hubiese referido al libro “Mario Praz: scene di conversazione” donde se habla del “infierno del romanticismo (…) del decadentismo”.



(Spoiler).
Pero la presencia de este grupo no le saldría nada barata al profesor: pronto llegarían los problemas con unas inesperadas reformas que de poco acaban con el palacio, música muy alta a horas intempestivas, la presencia de unos matones y posteriormente de la policía, y una monumental pelea entre la marquesa y su gigoló con consecuencias terribles cuando ésta rechace su propuesta de matrimonio. Sucederá entonces en una cena, que Lancaster revelará su verdad, haciendo entender a sus inquilinos que de todos los posibles imaginables, ellos habían sido sin duda alguna los peores, pero también los únicos capaces de despertarle de su letargo, porque como comentaba, habitualmente leía a un escritor que representó su muerte en una novela como esa figura invisible que mediante un ruido sordo caminaba en su busca por el piso de arriba.




Trágicamente la película finaliza con la muerte de Konrad -¿suicidio o asesinato?- y con el profesor destrozado por el drama y convaleciente en su cama…mientras el espectador puede percibir el sonido de unos pasos provenientes del piso de arriba que ya había sido abandonado por tan especial familia…
Desgraciadamente la tragedia de Helmut Berger no terminó en 1976. Hace poco apareció en los medios que el gobierno italiano le había concedido una pensión de 200 euros que le empuja a vivir en la miseria, a quien en su momento todo lo tuvo y todo lo perdió, tal vez por ser un Konrad de carne y hueso.

jueves, 28 de octubre de 2010

Esto no es una imitación



Muchos son los directores de cine que a lo largo de la Historia se han inspirado en obras de arte anteriores. Las Musas son caprichosas y pueden surgir de cualquier sitio: pintura, arquitectura, música, poesía, etc. Una cosa es la mímesis, copia fiel del objeto verdadero y otra la recreación personal de la realidad objetiva. Precisamente René Magritte –uno de los autores que cito- llevó a cabo en su etapa de realismo mágico una obra pictórica que tituló “Ceci n’est pas une pipe” (esto no es una pipa) cuando curiosamente lo que estaba plasmando era eso, la consabida pipa de fumar. Alude al cuestionamiento de la realidad del lienzo: no podemos fumar con este instrumento. Sin embargo el arte, aunque inerte en el sentido más estricto de su versión material, nos hace soñar, nos vincula con nuestros referentes culturales o sentimentales y por ende no resulta inútil –salvo que el espectador sea un bulto con ojos con la “sensibilidad” suficiente como para colgar, por ejemplo, un Miró en su cuarto de baño-.

Precisamente el autor belga Magritte realizó en su etapa surrealista el aclamado cuadro “Los amantes”, en el que vemos a una pareja que se besa con sus cabezas envueltas individualmente en telas.



Hay quien dice que alude al concepto del misterio –importante elemento en la atracción/fascinación sentimental junto con la admiración- y otros opinan –quizás buscando la carnaza- que era un recuerdo del autor, el recuerdo de la madre suicida que fue encontrada ahogada en un río con su vestido tapando su cara. Precisamente Pedro Almodóvar lo emplea en una secuencia de “Los abrazos rotos”, un relato en el que Lena (Penélope Cruz) y su marido por conveniencia, el anciano Ernesto Martel, retozan en la cama con una pasión que sólo experimenta éste último, ya que Lena es amante del director de cine Mateo Blanco – la pintura sobre el cine y el cine dentro del cine, todo un bucle de reminiscencias surrealistas en esta historia de amour fou, donde podríamos pensar que se oculta el rostro de los amantes porque no constituyen la pareja real, sino la forzada, porque Martel está de más-.

Otra película que indiscutiblemente toma como modelo a una obra pictórica en una de sus secuencias –si acaso irreverente para los creyentes más puristas- es “Viridiana” de Luis Buñuel, con el mural “La última cena” de Leonardo Da Vinci. Antes de profesar sus votos como monja, Viridiana acude a visitar a su tío Jaime, hombre traumatizado por el fallecimiento de su esposa en la noche de bodas y aún más cuando contemple el parecido físico entre su mujer y Viridiana. El hidalgo Jaime se obsesionará con su sobrina hasta el punto de querer verla vestida con el antiguo traje de novia de su difunta, parte de su suplicio. Tras el suicidio del tío, Viridiana querrá dedicar su vida a un grupo de vagabundos, que la traicionarán hasta límites insospechados, como Judas Iscariote traiciona a Jesús de Nazaret. Pero estos homeless castizos , mediante una orgía supuestamente blasfema, acabarán con el candor de Viridiana. Y es que la relación con la religión en Buñuel fue compleja, de ahí su mítica sentencia “Soy ateo por la gracia de dios”. En definitiva, tenemos aquí lo grotesco y áspero de esta escena buñueliana en contraposición a la sensibilidad y detallismo del quehacer de Da Vinci. En 1993, David Cronenberg realizó una aclamada versión , lejana pero inspirada en hechos reales, de la ópera de Giacomo Puccini ,“Madame Butterfly” (“M. Butterfly”, el filme). Si en la ópera de Puccini el protagonista masculino es un oficial de la marina de EE.UU. que recala en Nagasaki y se casa con la Señorita Butterfly como quien compra un souvenir –aunque para ella es un acto sagrado y de por vida-, en el film de Cronenberg, él es un diplomático francés, René Gallimard, que mantiene una relación con una diva de la ópera que en realidad resulta ser un hombre – ya sabemos que en China las mujeres no podían actuar en estas representaciones-. Lo curioso y loable de este director canadiense, el autor de la agonía y la transformación física y psicológica, es que casi consigue hacernos creer en la verdadera ingenuidad e ignorancia de Gallimard con respecto a la auténtica sexualidad de su amante, y en el presente caso –justo al revés que en la ópera- será derrotado por la inteligencia de éste, encarnación de un espía que hará que el diplomático acabe en la cárcel. De ser cierta esta trama, como en la vida real se hizo creer, intuyo que Gallimard era imbécil o tenía una sorprendente capacidad para engañarse a sí mismo... o a todos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Recomendaciones exprés





Desde Grecia no sólo íbamos a recibir este año noticias peliagudas sobre su delicada situación económica. “Canino” de Yorgos Lanthimos llegó y sorprendió a todos los públicos para bien y para mal. Puede que no sea un film visualmente deslumbrante, desde luego no cuenta con actores estelares, pero tiene un guión absolutamente inquietante que desde mi punto de vista parece deudor del surrealismo de Buñuel y de las situaciones alienantes y desconcertantes de Haneke.
“Canino” cuenta la historia de una familia –padre, madre, dos hijas y un hijo- que se caracteriza por la incomprensible educación que los progenitores dan a sus retoños: intentan hacerles creer que no pueden salir del recinto de la gran casa en que viven, los mantienen ignorantes totalmente del mundo exterior, los someten a una extraña y estricta educación y logran de ellos unas actitudes infantiles, primitivas e ingenuas – descubren el sexo con inocencia y a veces como un ejercicio gimnástico-.
Indudablemente se trata de una película extraña, pero yo personalmente pocas veces he encontrado belleza en lo corriente.
Me parece una pena que este tipo de filmes no se conviertan en éxitos que se traduzcan en lo económico, porque si seguimos así continuaremos encontrándonos en la cartelera pelis para borregos, que dicho sea de paso, son mucho más fáciles de “confeccionar”.

Este año François Ozon –director de “Ocho mujeres” o “Swimming pool”- ha estrenado “Le refuge” (“Mi refugio” en España) y tiene pendiente “Potiche”, con Catherine Deneuve. La primera, “Mi refugio” cuenta una trama aparentemente sencilla, pero que progresivamente se revela como un film con un argumento mucho más complejo de lo que pudiera parecer al principio. Mousse y Louis son pareja, ambos drogadictos. De una forma inesperada él fallecerá, justo cuando Mousse se dé cuenta de que está embarazada. La conservadora y burguesa familia de Louis dejará claro que no quiere ningún heredero de su hijo muerto. Justo entonces, Mousse, perdida y en un estado de colapso emocional se retirará al sur de Francia para proseguir con su embarazo. Será entonces cuando reciba una visita y apoyo inesperado, su único cuñado, homosexual deseoso de ser padre. Desde luego que “Le refuge” no es un alegato en contra del aborto, pero ante todo ha de verse sin ningún tipo de prejuicios, con empatía y sin ánimo de juzgar ninguna actitud por inesperada que sea. Una vez más, Ozon reflexiona con originalidad sobre la sexualidad. Quizás se trate una “americanada”, es probable, pero conocer la historia de los dos estudiantes de la Universidad de Harvard que se hicieron bastante más que multimillonarios creando Facebook desde el anonimato, y sin saber ni de refilón el éxito que se les avecinaba, es algo que no me quiero perder. “The social network” se estrenará al menos en EE.UU., el 1 de Octubre. Veremos lo que da de sí.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Rocco Parondi sopla cincuenta velas





Un 6 de septiembre de 1960 se estrenaba en Italia “Rocco y sus hermanos”, pieza clave de la cinematografía universal y último eslabón neorrealista en la filmografía de L. Visconti. Esta película representa prácticamente una tragedia griega, en donde la fatalidad progresa in crescendo hasta alcanzar el punto álgido en una trama final irreversible, que imposibilita el retorno a la deseable tranquilidad aburrida de antaño.

Según Suzanne Liandrat autora de “Luchino Visconti”, editado en Cátedra, este director se posiciona según la crítica europea en dos extremos, uno de ellos el de decadente-neorrealista, fiel descripción de este film.
La historia de “Rocco e i suoi fratelli” se inicia cuando la madre de los cinco hermanos, Rosario Parondi, decide marcharse junto a sus hijos desde una miserable Lucania, al sur de Italia, hasta Milán, donde los espera el hermano mayor, Vincenzo, quien se instaló allí hace tiempo y va a casarse con su novia –Claudia Cardinale- para disgusto de la matriarca. Rosario representa a la progenitora controladora, orgullosa de sus dos vástagos que han conseguido triunfar en el boxeo – Rocco y Simone- hasta el punto en que llega a decir:“¡¿Me llaman doña Rosario, a mí, incluso señora Parondi, aquí, en Milán!”. Sin embargo mantendrá casi siempre, excepto en los momentos más dramáticos, una venda en los ojos que le impedirá apreciar las miserias que también surgen en la vida de éstos.




(Spoiler) Anne Girardot representa a Nadia, el punto de fricción entre los mencionados Rocco y Simone. Interpreta a una prostituta, una especie de “Carmen” o heroína rebelde dentro de sus posibilidades. Primero mantendrá una relación con Simone, quien más que amarla parece sentir por ella una mezcla de fascinación y desprecio, y posteriormente con Rocco –personaje caracterizado por una extraña y extrema generosidad y bondad- con cuyo respeto logrará encontrar un trabajo corriente y una breve felicidad.

Simone alude a las pasiones ruines, efervescentes y dolorosas (porque los personajes de Visconti siempre apuestan a un absoluto, sin medias tintas): odiará primero a Rocco por mantener una relación con su exnovia y posteriormente por relevarlo y superarlo en su éxito como boxeador.
Otro hermano, Ciro, constituye el punto de objetividad y cordura: está exento de impulsividad y de sentimientos de culpabilidad y se erigirá en el punto de lucidez cuando Simone cometa una fatal atrocidad con Nadia para calmar su odio.
Sólo el pequeño Luca, aún sin contaminar, supondrá el elemento de futuro y esperanza, el único puñado de lentejas sin gorgojos, ésos que tan ociosa y despreocupadamente limpiaban todos cuando su llegada a Milán era reciente y aún no tenían empleo (fin de spoiler).

El guión de “Rocco y sus hermanos” está escrito por varios autores, entre los que destacan el propio director y la recientemente fallecida Suso Cecchi d’Amico. Quizás por este motivo se hace más que nunca necesario recordar este insigne aniversario, justo en el año en el que otras películas se han hecho “cincuentonas”, como la revolucionaria “Al final de la escapada” de Jean-Luc Godard, o la adorable “El apartamento” de Billy Wilder.

lunes, 30 de agosto de 2010

Poco ruido y muchas nueces



“El erizo” es una singular película narrada desde la perspectiva de una imaginativa y observadora niña de once años que lo filma todo con la antigua cámara de su padre, incluída a sí misma soltando unas parrafadas que avergonzarían y harían sentirse inferior al mismísimo Descartes. La pequeña Paloma ha decidido suicidarse el día de su próximo cumpleaños. A pesar de todo esta historia no resulta sórdida, porque está envuelta en un halo de antiguo cuento con moraleja incluída, lleno de esperanzas y algunos golpes de realidad. La protagonista vive en un inmueble de pisos de lujo de París y convive con su hermana, su atareado padre y su madre, que desde que diez años atrás decidió psicoanalizarse, está más histérica que nunca a ojos de su hija.

La otra piedra angular del film, la constituye Renée Michell, la portera que para sus vecinos es simplemente la Sra. Michell, una especie de criada para todo que debe estar disponible a todas horas y cuyos vecinos ven como un mueble viejo que ya ni siente ni padece. Pero en este cuento sin hadas, Renée Michell pasará en poco tiempo a convertirse para Paloma y un nuevo inquilino japonés, en Renée, sin más. Ella se parece a un erizo porque mantiene una apariencia arisca por fuera y guarda un interior refinado, el de una mujer que a escondidas lee y ve los grandes clásicos de la literatura y el cine. Sólo el día que le presenten al nuevo vecino, Kakuro Ozu, descubrirá sin darse cuenta su verdadero yo, al murmurar como una autómata una frase de “Ana Karenina” (“Todas la familias felices son iguales, pero las infelices lo son cada una a su manera”).
Será entonces cuando se revele como una mujer interesante y deseable a ojos de Kakuro… Pero muchas veces la vida no es tan perfecta como para regalarnos finales de una deseable felicidad cursi…

No cabe duda de que con "El erizo" nos vamos a entretener y a reflexionar, pero a la vez se trata de una obra sencilla que no alberga la pretensión de arrasar en nigún festival o academia de cine. Con demasiado azúcar, pero cuenta verdades como puños.

viernes, 27 de agosto de 2010

El amor del aburrimiento




Conozco a una persona que en una ocasión me dijo que entre cada
relación o enamoramiento más o menos sólido, siempre se fijaba en alguien de una forma bastante banal por aquello de tener en quien pensar en momentos de estrés o desánimo. Probablemente éste sea el marco ideal para contextualizar la historia del protagonista de la tercera película de François Truffaut, “La piel suave”.
Pierre Lachenay es un escritor y conferenciante exitoso, casado y con una hija, que se sentirá atraído en uno de sus viajes por Europa por una azafata, Nicole – Françoise Dòrleac, la hermana de Catherine Deneuve fallecida prematuramente a los veinticinco años-. La historia entre ambos no resulta en ningún momento una pasión hirviente. Esto no es “Casablanca”. Tampoco “In the mood for love”…ni se pretende. Intuyo que Truffaut quiso mostrar que un relato aparentemente soso podía cobrar grandes dosis de profundidad e inducción a la reflexión en las manos adecuadas.
Pienso que lo innegable de este gran cineasta francés, es que hilvana con tal sabiduría y fluidez cada plano, cada secuencia con otra que nos da la impresión de ver toda la trama con nuestra propia mirada. Y he ahí su grandeza: nada chirría, todo es natural pero sorprendentemente elegante. Nada que ver, por ejemplo, con esos malabarismos de otro grande como Orson Welles, genial ególatra que siempre aspiraba al “no va más”, como ese plano-secuencia de “Sed de mal”, el más largo y alabado de la historia del cine.


Volviendo a “La piel suave”, cabría cuestionarse si este escritor con ínfulas de pensador sesudo no constituiría en realidad la excusa de Truffaut para regalarnos una fábula feminista: de dos formas diferentes Lacheney sufrirá el desprecio y humillación por parte de las dos mujeres, los otros vértices que cierran este triángulo. Y esto en Truffaut me encanta: ellas en sus películas no son floreros; pueden resultar encantadoras y tiernas o tener la mala leche y complejidad adecuadas cuando se hace oportuno. Indudablemente este gran cineasta no nos vende las milongas de un ñoño, engreído, desfasado y “marujil” Antonio Gala - ¿se nota que me cae mal?- que martiriza a la esposa de por vida cuando le pone la cornamenta a su cónyuge. Habría que mencionar que este film representa la tormenta después de la calma, a pesar de todo, en cuanto a intensidad dramática, ya que con su anterior película, “Jules et Jim”, el director nos regala un triángulo amoroso verdaderamente pasional y descarnado, muy sincero y nada acomplejado. Considero personalmente que no cabe discusión sobre la calidad de cualquier peli de este cineasta francés, admirador confeso de A. Hitchcock, aunque infinitamente más vehemente y menos reprimido.

viernes, 6 de agosto de 2010

Las lagunas de la democracia




“Entre les murs” (“La clase” en España) es una película dirigida por el laureado director francés Laurent Cantet – Palma de Oro en Cannes 2008- que combina con mucha fortuna lo narrativo con el género documental. Narra las vivencias peliagudas en un instituto supuestamente conflictivo de un distrito poco recomendable de París. La historia parte de la visión del profesor y tutor de uno de los cursos del centro con alumnos de entre 14 y 15 años. El actor que interpreta al personaje principal, el Sr. François Marin, es también el autor de la novela en que se basa el film, todo un inspirado François Bégaudeau.
Resulta curioso que nos intenten hacer creer que este liceo está poblado por alumnos demasiado bestias, cuando todos ellos se levantan enseguida al son de la entrada de otro profesor en la clase o cuando vemos que algunos de ellos acaban inmediatamente en el despacho del director por el simple hecho de tutear en un momento dado al Sr. Marin.



Los días en el centro transcurren con la exasperación de los educadores en ocasiones, y otras veces con las luchas con unos alumnos que muestran sin vergüenza su ignorancia y en la mayor parte de los casos, su escaso deseo de aprender – sin contar las disputas entre un alumnado multirracial-.
Marin enseña lengua, pero también da lecciones de ética: intenta que sus discentes olviden prejuicios, que se respeten y que se relacionen mediante el ejercicio de una serie de valores incuestionables.
Sin embargo en estas peleas diarias, Marin no conseguirá siempre mantener un ánimo templado, y llegará un día en que insulte en una discusión que lo tambaleará todo, a dos alumnas, tildándolas de “golfas”. Él mismo traicionará los valores que transmite y no sólo eso, también pondrá patas arriba su vida y la de un alumno africano, Souleymane, que tras la pelea se levantará en un arrebato para defender a sus compañeras golpeando sin intención a otra.


Esto conducirá a un consejo disciplinario enfocado a una posible expulsión, que sólo dará lugar a dos opciones:

1.Que Marin reconozca su culpa como origen de todo y salve a Souleymane de que su padre lo envíe de regreso a Mali.
2.Que Marin se calle y conserve su puesto el próximo curso pero no su buena conciencia.

El último día de clase y en su labor de tutor, François Marin preguntará a algunos de sus alumnos qué es lo más importante que han aprendido a lo largo del curso – la mayoría responderá con desgana para largarse del aula ante el inminente verano-. Sólo una chica de mirada triste, tímida y dubitativa se acercará al tutor para decirle que no ha aprendido nada –ante el estupor de Marin- y que no quiere seguir estudiando. Ése será el interrogante final que aluda a un sistema educativo herido de muerte, quién sabe si por las erráticas leyes educativas, por los problemas acontecidos o por la influencia de una sociedad que ya no valora la educación como un valor en sí mismo.

sábado, 24 de julio de 2010

La bondad, el octavo pecado capital






Creo que poco de nuevo se puede aportar sobre una película tan mítica como “Matar a un ruiseñor”, salvo la propia opinión personal de cada cual, claro está. Su personaje principal que se ha grabado a fuego en la memoria de todos los cinéfilos como Atticus Finch, representa indudablemente al héroe americano que de un modo no exento de hipocresía nos han intentado vender desde el american way of life y que muy probablemente escasee bastante en la sociedad estadounidense y en cualquier otra , por qué no…

La honestidad de la que hace gala Atticus no resulta para nada convencional: Finch es un amantísimo padre viudo y abogado respetado por todo el pueblo sureño en que vive por su conocida nobleza y talla moral. Aunque este rol, encarnado por Gregory Peck, constituya el eje sobre el que se cimenta la historia, sus dos hijos pequeños no están exentos de notoriedad en esta trama que en su forma primigenia de novela de Harper Lee, ganó el premio Pulitzer. Los niños en cuestión son Scout, la pequeña; y el mayor, Jem. Ambos viven atemorizados y excitados a la vez por conocer la presencia de su loco y extraño vecino Boo, quien se dedica a coleccionar en un hueco del árbol de su jardín toda clase de extraños objetos que Jem irá atesorando en una caja como su bien más preciado.
Me parece especialmente interesante el personaje de Scout, una niña observadora e inquieta que se siente desubicada cuando tiene que vestirse “de niña” para acudir a su primer día de colegio. Además destaca su voz en off, ya de mayor, que narra la historia, y que en su infancia muestra un complejo perfil mediante el cual desde los seis años actúa como actriz y espectadora de su propia vida.



Imagino que explicar que el argumento de “Matar a un ruiseñor” versa sobre las peripecias de este Atticus Finch que pasa de ser un ciudadano ejemplar, a ganarse el odio de muchos de sus convecinos por defender a un hombre de raza negra acusado falsamente de violación, puede parecer una perogrullada, pero ésa es la esencia.

No deja de mostrarse como algo curioso y peligrosamente cercano a cierta doble y falsa mentalidad norteamericana, el hecho de que Atticus -como sus propios hijos lo llaman- sea un hombre abnegado que se dedica en exclusiva a tres cosas: su labor como letrado, el cuidado de sus retoños a medias con una empleada de color y a su vida social que se reduce a conversar con sus vecinos diciéndoles lo que estos quieren oir para alegrar a todo quisqui. Sin embargo me falta algo…¿por qué este Gregory Peck tan estupendo parece un ser asexuado? Cualquiera diría que para ser “bueno” del todo estaría obligado a guardar fidelidad física y emocional de por vida a su fallecida esposa – !qué diría Sarah Palin de lo contrario!-.


En fin, a pesar de esta cierta ironía , “Matar a un ruiseñor” de Robert Mulligan me parece un film que, con sus defectos, está lleno de una sensibilidad innegable y que además de retratar a la sociedad racista de los EE.UU. profundos de aquella época
–algunos años después del crack del 29’- realiza un visión muy afortunada de esa generación de niños adorables llenos de curiosidad e imaginación –“los que jugábamos en la calle”, como dicen algunos- a través de una excelente fotografía. Indudablemente me sumo a la legión de cinéfilos que consideran esta peli como un clásico indiscutible.

sábado, 10 de julio de 2010

Cartelera y DVD: las perlas más redondas

He aquí dos películas que podríamos ver tranquilamente este fin de semana sin sentirnos estafados a la salida del Cine. Se trata de "Gainsbourg. Vida de un héroe" y "Villa Amalia". Sin embargo, si vivimos en un lugar en donde estrenos como estos se posponen porque el público prefiere cositas más light, siempre nos quedará el DVD. Para ello propondría ver o revisar una rareza y/u obra maestra de Alain Resnais: "El año pasado en Marienbad".

La historia de Gainsbourg tiene más sustancia de lo que podría parecer a simple vista, y más para quienes lo recuerden sólo o especialmente por su tema "Je t'aime moi non plus". En su juventud fue amigo de Boris Vian y aprendió piano y pintura gracias a su padre. Su unión personal y artística con la más afrancesada de las inglesas, Jane Birkin, le inspiró también canciones míticas como "La décadanse". Pero su vida no fue obviamente un lecho de rosas, porque de lo contrario no tendría mucho interés desde el punto de vista cinematográfico: "Me alegro de que pudiera disfrutar de la admiración de la gente antes de morir.(...)Se sabía muy querido y, para alguien que se quería tan poco como él, eso era muy importante" Jane Birkin dixit en el Harper's Bazaar de este mes. Sobre "Villa Amalia" sólo me resta comentar que cualquier película interpretada por Isabelle Huppert me llama la atención independientemente de lo demás, ya que esta actriz es una experta en encarnar con una elegancia superlativa a personajes enfermizos,neuróticos o atormentados. Qué sería del cine europeo sin ella...!(De hecho tengo la teoría de que la Huppert es un género en sí misma). Y para DVD nada mejor que recomendar "El año pasado en Marienbad" de Alain Resnais, el insigne director de "Hiroshima mon amour". No existe ninguna película igual de bizarra, ni encontraremos nunca un clásico tan moderno. Visualmente resulta una explosión barroca pero con buen gusto, y a nivel de contenido - se han escrito tantas teorías...- podríamos hablar de la descripción de un mundo onírico que juega con el subconsciente de su protagonista haciéndole confundir la realidad de un pasado amor, con unos personajes que muestran el carácter inerte de las estatuas del jardín del hotel que habitan.

viernes, 9 de julio de 2010

Cine negro made in France




Ver “Un prophéte” me ha confirmado que mi pasión por el anterior film de su director Jacques Audiard, “De latir mi corazón se ha parado”, estaba más que justificada. Nunca entendí el inmerecido ataque de crítica y público a una película tan brillante como la penúltima de este realizador, estrenada en 2005.

Audiard retoma en “Un profeta”(2009) sus misteriosos ingredientes para elaborar una peli de culto, esto es, las formas clásicas y tradicionales del séptimo arte que, sazonadas con su inquietante personalidad y con su debido tiempo de cocción, dan como fruto una cinta moderna y transgresora. Esta obra que se hizo con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes 2009, narra la historia de Malik El Djebema, un joven magrebí que ingresa en prisión para cumplir una condena de seis años. Lo peligroso o mágico, por la posibilidad del espectador de empatizar con el protagonista, reside en el hecho de que la "candidez" con la que El Djebema entra en la cárcel queda casi intacta hasta su salida, y eso a pesar de verse forzado a ejecutar todo tipo de atrocidades y carnicerías bajo la amenaza del jefe de la mafia corsa en el centro, César Luciani, interpretado por ese gran actor que representa Niels Arestrup y que dada su andadura, parece poder permitirse el lujo de no tener que demostrar nada a nadie.




(Spoiler)
Malik inicia el cumplimiento de su pena con diecinueve años, es analfabeto y carece de familia que lo apoye en el exterior, y quizás por esto la prisión le servirá para afianzar su personalidad y carácter y sobreponerse, por ejemplo, a su primera “misión”: degollar a un enemigo que de forma inesperada se convertirá, tras su muerte, en su compañía, ángel de la guarda y revelador de acontecimientos aún no sucedidos -lo que conducirá a que un grupo de compañeros musulmanes lo ensalcen como a “un profeta” ante sus incomprensibles visiones-. Si bien desde el inicio El Djebema se verá abocado a seguir los dictados de la banda corsa, terminará posteriormente tomando sus propias decisiones y sirviendo también al grupo musulmán, porque esta cárcel que el propio Audiard reconoce haber edificado sólo para su película, reproduce en sus esquemas y jerarquías los más bajos y desafiantes estratos de la sociedad parisina, que pasa también por la inmigración, o mejor dicho, por su menos recomendable representación.



Sobra decir que los personajes de este director suelen mostrarse siempre como individuos difíciles y violentos que a través de diversos tipos de catarsis indistintamente trágicas se redimen de una vida anterior oscura, que se manifiesta también en la plasticidad de la fotografía, nunca fría, pero sí al menos evidenciadora de un carácter tenue y a veces difuso, que alude a la incertidumbre o esperanza a medio gas de sus más señalados roles.

Pero la adscripción de Audiard al cine negro es relativa, quizás porque no ha buscado crear un filme totalmente de género. Por eso los retratos psicológicos de sus principales estandartes, Malik El Djebema – quien a pesar de todo, sabrá distinguir entre el bien y el mal- y César Luciani, muestran un gran relieve y dan lugar a pensar que “Un profeta” no es una cinta nada barata metafóricamente hablando y que sin moralinas, quiere contarnos que el joven protagonista no habría acabado con cierto estatus de no haber pasado seis duros años –aunque nada aburridos- de complicada condena al servicio de diversas bandas, mafias o matones de toda índole.

Como la anterior, “De battre mon coeur s’est arreté”, requiere un segundo visionado, y precisamente por eso, y para conservarla como una historia de grandísima calidad, la tendremos a partir de Junio en DVD.

"El odio" cumple quince años




Para empezar , me gustaría destacar que si no fuese por este memorable film, hoy el gran público recordaría a Mathieu Kassovitz - director de "El odio"(1995)- como al pardillo ,aunque pretendidamente singular, novio de Amélie. Si nos ponemos en plan frívolo, esta peli bien podría resultar algo parecido a aquel prototipo de chiste rancio que empezaba con "Érase una vez un francés, un italiano y un español y...".Pero no , en este caso "La haine" nos propone una historia de hondo calado social protagonizada por un judío, un árabe y un joven de raza negra cuyo metraje recrea las veinticuatro horas posteriores a una oleada de disturbios que han culminado con un chico gravemente herido ,que se debate entre la vida y la muerte en un hospital ,tras una paliza recibida por la policía. Los caballeros andantes descafeinados y vencidos que vertebran la trama viven en los suburbios de París : Vinz, Saïd y Hubert. El primero ha logrado robar un revólver a la policía, con el que ha prometido vengar la muerte de su amigo si éste finalmente muere. El nihilismo, el no futuro, la vida en una cité marginal, la falta de inquietudes y la convivencia con unas familias todavía más hastiadas que ellos mismos les empujan, quizás sin ellos saberlo, a una existencia basada en el odio contra todo. Aunque los tres amigos son una piña, las relaciones con el resto se antojan difíciles, muy probablemente porque ninguno de ellos ha conseguido la integración suficiente como para entender que el mundo se fundamenta en un sinfín de normas de socialización y algo parecido al respeto , lo que sin duda alguna les impide, por ejemplo, ligar con un par de jóvenes en la inauguración de una exposición de arte contemporáneo - incomprensible a todas luces para ellos- y a la que no han sido invitados.





Es curioso el paralelismo e intencionado guiño de Kassovitz - galardonado por este film en Cannes como mejor director- a la película de Scorsese "Taxi Driver" : ambos - de Niro y Cassel- en una espiral de paranoia o aburrimiento se enzarzan consigo mismos frente a un espejo con un imaginario enemigo a quien pretenden disparar .
Los noventa y cinco minutos de película se devoran para conseguir sin embargo un final algo predecible , pero no por falta de recursos del guión, sino porque haciendo honor a la cruda realidad que en todo momento retrata "El odio", la sociedad es en la superficie -y en el fondo- tan políticamente correcta y asqueante, que no puede hacer concesiones a tres seres aparentemente indeseables que quizás hubiesen conseguido la "salvación" con un soplo de esperanza y una mano tendida para encarar el futuro con ojos nuevos.

Tom Ford: un hombre soltero y con clase



Todos los que amamos la moda, todos los que somos lectores irredentos de esa Biblia llamada Vogue, sabíamos perfectamente quién era Tom Ford. Este estadounidense estudió Historia del Arte y Diseño.Irrumpió como "salvador" de la casa italiana Gucci en un momento en que ésta estuvo al borde de la quiebra , y no sólo la sacó a flote, sino que además la convirtió en un referente de la alta costura y a sí mismo en un trendsetter/dandy, que consciente de su atractivo, ha llegado a protagonizar alguna que otra de sus campañas.Posteriormente creó su propia firma con su nombre y hasta 2009, ése fue ni más ni menos que el currículum del Sr. Ford.

Sin embargo el pasado año nos enteramos de que había adaptado para un guión una novela de Christopher Isherwood y que además la había dirigido. Muchos - yo entre ellos - pensamos que el film en cuestión no iba a resultar más que una sucesión de fotos de portada con caras bonitas y estética de videoclip.Para mi sorpresa llegó el Festival de Cine de Venecia , y el protagonista de "A single man" , Colin Firth , se hizo con la Copa Volpi al mejor actor.Al mismo tiempo los críticos empezaron a ensalzar esta obra que parece ir claramente dirigida a un público minoritario. Aún así yo mantenía mis prejuicios..hasta esta noche.




El visionado de "Un hombre soltero" no deja indiferente. Por supuesto que Ford demuestra ser todo un esteta refinado que mide milimétricamente cada plano y encuadre: qué boton de la camisa de su prota , George, debe ir desabrochado ; qué mechón de pelo debe mostrarse casualmente revuelto o cuánto de erótico puede resultar un plano detalle de los labios del top bilbaíno Jon Kortajarena exhalando humo.
El film narra la historia de un profesor universitario de literatura, en 1962, que tras dieciséis años de feliz convivencia con su novio , recibe un día la llamada de un pariente de éste que le informa de la muerte de su pareja en accidente de tráfico , comunicándole además , que su familia no desea que asista a su entierro. Durante gran parte del metraje, George se debatirá sobre cómo suicidarse . Incluso puede parecer cómica la escena en que prueba una y mil veces cuál sería la forma más correcta de introducirse mejor el revólver en la boca para lograr la muerte.

Resulta también digna de mención la fotografía del catalán Eduard Grau :los constantes flashbacks en los que el personaje de Colin Firth recuerda a su pareja , se muestran en blanco y negro o bien experimentan una exaltación del color en comparación con el resto del film.

Pero George no está del todo sólo : cuenta con la compañía y apoyo de una amiga de la facultad , Charlie - Julianne Moore - quien ha estado toda su vida enamorada de él ; y además conocerá a alguien inesperado , un alumno que parece intuir sobre su vida más que algunos vecinos o allegados.

Tom Ford nos demuestra clase en la forma y el contenido , porque sabe mantener el ritmo narrativo y exhibe un poderío visual que asusta. Pronostico desde ya - como muchos otros-, que Colin Firth ganará el Oscar por este trabajo . Sin embargo, me da miedo pensar cómo puede ser su próxima película tras una ópera prima tan brillante.

Simplemente creo que el amor , independientemente de la orientación sexual, es un concepto universal , que si además viene envuelto con el papel de regalo y el lazo más bellos , sólo nos da lugar a la emoción y la empatía.

Por cierto , a tener en cuenta la B.S.O. a medias entre Shigeru Umebayashi y Abel Korzeniowski.


Colin Firth y Tom Ford hablan sobre "A single man" en el Festival de Venecia 2009.

Morir de belleza



Vaya por delante que me siento pequeña intelectualmente al hablar de tamaña obra maestra como es "Muerte en Venecia". Recuerdo que la vi en la Filmoteca un Febrero de 2004. La sala ,al término , estaba enmudecida , nadie se levantaba de su butaca -supongo que muchos de cuantos estábamos allí sufrimos esa emoción intensa de haber contemplado un film sin par , una de las que yo encuadraría entre mis cinco pelis fetiche-.
Después de visionarla , leí por internet varias críticas sobre ella , y ahí fue cuando encontré dos cosas que me impactaron realmente de la prensa escrita: primera , que al ubicarla en algún género o temática llegué a leer - os lo aseguro - las palabras pedofilia y homosexualidad y la segunda , que abundantes periodistas la tildaron de "amanerada y afectada".

-En cuanto a la primera yo le doy vueltas y no dejo de pensar en que en "Death in Venice" no recuerdo a ningún personaje homosexual , tan sólo algo cercano a una leve insinuación en este sentido , pero nada más , solamente una fina línea que no llega a transgredirse.Así mismo podemos ver que lo que busca Gustav en el efebo polaco Tadzio radica por parte del personaje de Dirk Bogarde en un encuentro fascinante de eso que tanto ha perseguido a lo largo de toda su carrera de compositor musical: la perfección , la belleza , la encarnación de los más altos sentidos materializados en un ser lejano e inaccesible con el que no llega a haber ni un roce , ni una palabra.





-La segunda , "Muerte en Venecia" no es ni amanerada ni afectada ,si acaso resulta preciosista, sino , basta recordar en los títulos de crédito cuando el barco entra en la ciudad de los canales al son del adagietto del 4º movimiento de la 5º sinfonía de Mahler con el grandioso templo de La Iglesia de San Jorge de Palladio a la derecha. Además aflora un erotismo sugerente y refinado que no puede negar su ánimo de ambigüedad.

Aquí os dejo un breve resumen:

Gustav von Aschenbach - en la novela de Mann, escritor, lo que hace pensar en un posible paralelismo con Gustav Mahler en manos de Visconti-, se muestra como un compositor fracasado al que ya en la madurez le empieza a fallar el corazón. Un médico le recomendará reposo y él decidirá pasar una temporada en Venecia. Al llegar conocerá a Tadzio , un turista polaco , ángel de la muerte , que se convertirá en objeto de su obsesión , ya que encarna la perfección que él siempre ha buscado. Así pues , la decadencia de esta ciudad y la de Gustav , irán unidas inexorablemente.

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Únicamente el savoir faire de Luchino Visconti - del que considero que éste se erige como uno de sus films más elevados - , la fotografía de Pasquale de Santis , las actuaciones de Dirk Bogarde , el adolescente Björn Andresen y Silvana Mangano y la obra literaria originaria - de Thomas Mann- podrían dar lugar a una peli como ésta sólo apta para sensibilidades delicadas.

*Inserto un vídeo en el que aparece el director y que retrata el problema que supuso encontrar al actor que encarnase a Tadzio: "Alla ricerca di Tadzio".

El Mesías ha llegado




En el año 2004 nos bombardearon sin compasión con "La pasión de Cristo" de Mel Gibson , película deleznable donde las haya que a pesar de todo ,muchos fuimos a ver esperando algo interesante- incluso creo que se reestrenó al año siguiente , en el 2005, en plena Semana Santa-. Desde que vi sin embargo "El evangelio según san Mateo "(1964) de Pier Paolo Pasolini, hace años , me di cuenta de que estaba ante la mejor obra de género bíblico realizada en toda la historia del cine , incluso más allá de las costosas superproducciones holliwoodienses que nos presentaban a un Cristo más bien anglosajón : o sea , rubio , barbudo y de ojos azules.

Pasolini fue un ateo confeso admirador , sin embargo , de la figura de Jesucristo- el primer comunista , como sabiamente diría Joaquín Sabina citando a no sé quién-. Para hacer este film , siguió fielmente las directrices del neorrealismo italiano , es decir -entre ellas - la de escoger actores no profesionales: y es ahí donde nos encontramos a Enrique Irazoqui , un estudiante de económicas de ascendencia vasca que representa un papel principal estelarmente , a pesar de su escasa experiencia en este sentido. Aguanta parlamentos abundantes con primeros planos y con una seguridad pasmosa y vemos en él una mirada suspendida en misticismo que impresiona al más ateo .La peli está repleta de primeros planos , panorámicas y travellings de una limpieza y libertad que solo entenderán quienes hayan visto alguna obra de Renoir - salvando las distancias, of course-.




Pier Paolo no escribió ningún guión para este film , sino que siguió fielmente el Nuevo Testamento en los diálogos y monólogos de sus personajes. Éstos llaman la atención por poblar paisajes áridos , desérticos , desnudos y por mostrar rostros -maquillados o no , lo desconozco - ajados y propios de un lugar como el que desmenuza la Biblia.En definitiva , todo apunta a un realismo hipnótico y a la par duro que difiere mucho de lo sanguinolento expresado en "La pasión de Cristo".

Su música es otra de las protagonistas , puesto que si hago memoria en mi imaginario cinematográfico, tengo dos piezas musicales unidas inexorablemente a su correspondiente film - aunque la obra musical lo precediese- , éstos son "Muerte en Venecia" con la 5ª sinfonía de Mahler y "El evangelio según san Mateo " con "La pasión de Cristo" de J.S. Bach.

Puede que yo no sea cristiana -porque creer en dios es un lujo que no puedo permitirme , tal y como decía Woody allen en "Delitos y faltas" - pero si algún día empiezo a creer será por el visionado de este film, indudablemente.

Renoir, mi deuda contigo es impagable




Ante una película de esta talla ,una no sabe por dónde comenzar... o quizás sí,quizás debiera comenzar dándole las gracias a ese hombre que fue Jean Renoir y cuyos films son un vivo ejemplo del tipo de cine del que me alimento.

"Una partida de campo" - como siempre, qué mala traducción al castellano- ,encarna ese tipo de obras que versan sobre un amor platónico que podría desembocar en amour fou, y que se queda desgraciadamente y por cobardía , en la clásica historia de tensión-sexual-no-resuelta.(Véase si no , esa desgarradora fábula de erotismo susurrado que fue "In the mood for love").

"Une partie de campagne " está basada en un cuento de Guy de Maupassant y narra el día de una familia parisina que decide pasar una jornada campestre cerca de un pequeño restaurante.Allí, padre ,madre,abuela y encantadora hija tardoadolescente conocerán a dos singulares personajes (uno ,un vividor y todo un dios del sexo según se deduce de los diálogos , y el otro ,un joven más comedido y sensato ,aunque bastante pasional según se revela en la cinta) .

El final , queridos, me produjo una honda tristeza sólo comparable a la de la última secuencia de "Tabú" de Murnau.
Por cierto...no véis a Fragonard en la escena del columpio? No os vienen a la mente Courbet , Corot y papá August en las escenas de paisaje?

Indudablemente, digerir esta película me llevará unos días...